La palabra gaucho deriva del término
quechua “huachu”, que significa sin padres y se la utilizó en las regiones del
Plata, Argentina, Uruguay y en Brasil para designar a los jinetes de la pampa
que aparecen hacia 1600 cuando estas regiones estaban repletas de ganado
salvaje.
De espíritu osado y noble, vivía sin apego
de forma nómade, amando sobre todas las cosas su libertad. Recorría a caballo
grandes distancias y dormía al descampado cuando la noche lo sorprendía. Su
carácter, si se lo puede describir, era reservado y
melancólico.
En un comienzo su fuente de sustento fue el
comercio de cueros y carne de ganado cimarrón (ganado salvaje) que eran muy
solicitados por comerciantes europeos y portugueses del Brasil. Para realizar
esta tarea se valía del caballo, su inseparable compañero y del lazo o las
boleadoras, las cuales utilizaba para dar caza a los animales.
Tan ávida demanda de cuero por parte de
Europa llevó prácticamente a la desaparición del ganado cimarrón de nuestro
litoral y entonces el gaucho debió de cambiar su estilo de vida. Algunos se
unieron para luchar con los caudillos federales y otros se emplearon en los
saladeros de carne o en las haciendas.
En las estancias el gaucho no tuvo rival en
la yerra, la doma, ni en el rodeo (se reunía el ganado en un determinado lugar
para venderlo o comprarlo). Era un experto en enlazar y como el campo no tenía
secretos para él, era un excelente guía.
Al principio su casa era primitiva y fácil
de desmontar dado que se trasladaba de un lado a otro dependiendo de la
abundancia de la caza. Estaba constituida por barro, paja, palos y cañas.
Cuando comienza a ser más sedentario
construye un rancho con postes, vigas y paredes hechas de terrones o panes de
barro con dos ambientes definidos: dormitorio y cocina.
En cuanto a su vestimenta fue variando con
el correr del tiempo y con las distintas zonas en las que vivió. Solía utilizar
comúnmente calzón cribado, chiripá y botas de potro; en la parte superior usaba
camisa, chaleco, chaqueta y en los días más fríos poncho. Para protegerse del
sol siempre llevaba un sombrero.
Posteriormente el calzón cribado y el
chiripá fueron reemplazados por la bombacha así como las botas por las
alpargatas. En ocasiones la boina suplantó al sombrero.
Para divertirse estos hombres jugaban a la
taba, las carreras de caballos y de sortijas, a los naipes, el pato y las riñas
de gallos.
Su lugar preferido para reunirse era la
pulpería donde podía beber, probar suerte en los juegos de azar o ponerse a
payar con la compañía de la guitarra. Casi nunca faltaban las peleas en las
cuales el gaucho se enrollaba su poncho en un brazo como defensa y dejaba que
el facón (daga o cuchillo que el gaucho llevaba sujeto por el cinto en la
espalda) “hablara”.
En definitiva nuestro gaucho fue un ser de
espíritu libre e independiente que amaba la naturaleza pero también
comprometido en la defensa de lo suyo (siendo el protagonista en las luchas por
la independencia) es por todo esto que todos los 6 de diciembre se le rinde
homenaje.