Melancólicos
gemidos que vuelan en el viento.
Tristes lamentos
por un amor perdido.
Angustiosos
suspiros que llegan a mis oídos…
Así es como
podría describirse a los sonidos del más notorio de los instrumentos aerófonos
folklóricos que, según las diversas leyendas nos narran, fue creada por un
acongojado hombre tras la muerte de su amada.
La palabra quena
es la castellanización de las voces quechuas KKena KKhena, Kjena y Khoana que
significan hueco, y están relacionadas
con la voz putu (agujereado en muchas partes).

La quena es una
flauta de soplo directo, es decir que el aire va directamente de los labios al
borde afilado de la embocadura donde al cortarse produce el sonido.
Si bien puede
considerársele como un instrumento aborigen andino americano es un reflejo de
los piáfanos pastoriles, del luthen, del kagourafouge (instrumento antiquísimo
del Japón) y del Yo chino, lo cual puede explicarse con las posibles
migraciones asiáticas.

Aunque en la
actualidad se emplea generalmente la caña de Castilla para su construcción, en
el pasado se han utilizado diversos materiales como hueso, arcilla, canutos de
alas de grandes aves, madera dura y metal como oro y plata (con las
limitaciones y características propias de cada uno de ellos).
Es un instrumento
de amplia difusión en la música andina abarcando en nuestro país las provincias
de Jujuy y Salta y la región chaqueña hasta el río Paraguay, principalmente.
Su sonido es
insuperable para interpretar, acompañada de la caja y el charango, kaluyos,
bailecitos, yaravíes, carnavalitos y cualquier melodía escrita en escala
pentónica.
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