Por el viento del
altiplano
las melodías
vienen bajando.
Este bello
instrumento que posee un particular sonido pertenece al grupo, como todos los
instrumentos de viento, de los aerófonos.
El siku que es
una “flauta de pan”, como la que solemos ver en manos de los dioses
mitológicos, es de origen preincaico, encontrando los primeros vestigios de
éste en la civilización Mochica (costa norte de Perú) y en la de Nazca (en el
centro de Perú). Estos primeros sikus eran construidos en cerámica aunque
también se han encontrado algunos hechos de huesos tanto de animales como humanos.
Actualmente el
siku se utiliza en la música del folklore del altiplano andino: Chile, Perú,
Bolivia, Ecuador y noroeste argentino (principalmente las provincias de Jujuy y
Salta).
El término siku
nos llega desde la lengua aymara, en quichua se lo conoce como antara y en
español zampoña. Otros nombres con el que se lo conoce son: arca, ira,
huaira-pfucuna y huaira-puhura (huaira es una palabra quichua que significa
viento).
Este instrumento
posee un timbre que recorre toda la gama de los matices y su construcción varía
en tamaño, número de cañas, altura, afinación y tonalidad.
Está constituido
por dos hileras de cañas ordenadas de mayor a menor que al estar sujetas una al lado de la otra
por medio de traveseros, hilos o fibras vegetales semejan una balsa. El
instrumento se toma con ambas manos, para ser ejecutado, y se colocan los tubos
delgados a la izquierda y los gruesos a la derecha.
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