El
asado es la principal comida típica de la mayoría de los argentinos y cualquier
excusa es válida para juntarse a disfrutarlo: un cumpleaños, un feriado, una
reunión de fin de año, un domingo al mediodía en familia, un viernes o sábado
por la noche con amigos… Sea cual sea el motivo, la propuesta es siempre la
misma…¿Comemos un asadito?
Haciendo
un poco de historia las primerias noticias de ganado vacuno que tenemos en
nuestro territorio fue en 1556, cuando aún pertenecíamos al Virreinato del Río
de la Plata, y se trajeron desde Brasil a Asunción (que integraba también el
virreinato) algunas vacas y un toro que, abandonados, se multiplicaron
numerosamente.
En
un principio el gaucho no se alimentaba de la carne vacuna sino que mataba a
las vacas para comer sus lenguas, las cuales asaban al rescoldo, y los caracúes
(huesos que tienen tuétano).
Con el tiempo aprovechan la carne haciendo un
pozo en la tierra y encendiendo una fogata dentro, una vez que se formaban las
brasas, colocaban encima la carne cocinándola sólo por fuera y quedando
por dentro casi cruda.
Desde
allí las técnicas, tanto de encendido del fuego como de cocción de la carne,
han ido evolucionando hasta la gran cantidad que hoy se conocen.
Al
fuego se lo puede encender con carbón vegetal o con leña (para ésta usar
maderas duras para que produzcan brasas). Un truquito que algunos asadores
realizan para obtener un sabor especial consiste en encender el fuego con
jarilla o con las ramas gruesas de vid, o echarle al fuego cáscaras de naranja,
lavanda, tomillo, orégano o el ramerío de ajos.
Una
vez que el fuego está en su esplendor es hora de colocar la parrilla encima de
éste para limpiarla y luego hay que pasarle un papel para retirarle los restos
de grasa que puedan haber quedado de un asado previo.
También
el salado de la carne depende del gusto del asador, hay quienes la salan
directamente cuando se está asando para evitar que se seque y otros prefieren
salarla antes y cuidarla para que salga a punto. Además se la suele condimentar
con “chimichurri”, preparado hecho a base de limón, ajo, aceite, perejil, sal,
pimienta y ají molido (algunos les agregan una cucharada sopera de mostaza).
Una
vez que tenemos suficientes brasas, las esparcimos debajo de la parrilla y
colocamos la carne encima de ésta dejando a un lado los troncos encendidos al
cual le iremos agregando leña para ir reponiendo las brasas.
Los
cortes de carne (que en cada región de nuestro país reciben distintos nombres)
más comunes son:
El
matambre: Se saca de la media res y cubre todo su flanco a lo largo entre la
paleta y el cuarto trasero. Una vez que se extrae toda la grasita sobrante y
gruesa, está listo para asar.
El
vacío: Es la parte de la última costilla hasta el cuarto trasero. Es sabroso y
tierno.
Tira
de asado: Es un corte de la parte externa de la vaca. Es el costillar vacuno
que se corta con la sierra eléctrica en tiras de 3 a 5 cm.
Tapa
de asado: Cubre la parte alta y delantera del costillar.
Completan
la parrillada los chorizos de carne vacuna o de chancho, las morcillas y las
achuras (del araucano achuraj, lo que no sirve o se tira): chinchulines,
molleja, tripa gorda y riñones.
Otra
opción es el asado con cuero: Sin quitarle el cuero a la vaca o vaquillona, se
la divide en varios trozos que se orean durante toda la noche. Se asa
lentamente sobre grandes parrillas colocando la carne con la parte del cuero
hacia arriba.
Primeramente
no era preparado de la misma manera en todas las regiones del país, por ejemplo
en la región litoraleña se ensartaba la carne en estacas hechas de tala,
mientras que en la campaña bonaerense se cocían directamente sobre las brasas
los trozos sin cuerear (luego se emplearon rejas de hierro), en cambio tanto en
la zona de Cuyo como en las regiones norteñas se cocía la carne en hornos de
tierra.
Por
último tenemos el costillar entero al asador. Se atraviesa la carne con un
hierro o trincha de madera y se lo clava al suelo oblicuamente sobre el fuego
quedando la carne expuesta a la llama de la leña encendida. Hay que girar la
lanza de tanto en tanto para que todas las partes queden expuestas al calor.
Otras
carnes que pueden asarse son la de pollo, cordero, cerdo, chivitos, pescados,
etc.
Como
consejo hay que recordar no colocar en la misma fuente que estuvo la carne
cruda la carne cocida, para evitar el síndrome urémico hemolítico.
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