Su cuerpo vibra al son de la música…
Instrumento ideófono… Herencia afroperuana
Cuando del continente africano trajeron a América a los
primeros habitantes de aquellas tierras, no sólo los desarraigaron de su
tierra, su gente, su cultura sino también de todas sus posesiones (incluyendo
los instrumentos musicales). Es por eso que los nuevos habitantes del
continente debieron recurrir a su ingenio para crear nuevos instrumentos.
Fue en la época de la prohibición de tambores realizada por
la iglesia católica (lo consideraban paganos) que hacen su aparición las cajas.
Mientras que todos los tambores que se encontraban eran incinerados para evitar
que los “negros” se comunicaran entre sí, las cajas eran permitidas por las
autoridades por considerarlas “instrumentos caseros”.
Pronto estas cajas comenzaron a ser el acompañamiento
rítmico de bailes y cantos y comenzaron a diferenciarse entre cajas y cajones.
Al ser un instrumento casero, realizado por los humildes
habitantes afroperuanos, es dificultoso determinar en qué lugares y época
apareció el cajón (todo parece indicar que apareció en el siglo XIX).
En sus comienzos este instrumento era fabricado con cajones
de fruta o whisky, las cajas de embalaje del kerosene (utilizado para el
alumbrado público) y las latas de aceite.
El cajón peruano se fue dispersando al resto del continente
americano de la mano de la zamacueca ya que este instrumento musical estaba muy
ligado a esta danza.
A Europa migró unido al flamenco siendo Paco de Lucía el
primero en adoptarlo como acompañamiento de este ritmo en 1977.
El cajón peruano es un instrumento ideófono (quiere decir
que produce música a través de la vibración del propio instrumento),
paralelepípedo de madera. En la actualidad se utilizan cedro, caoba o planchas
de triplay (entre 12 a 15 mm de espesor) para su fabricación. Llega a medir
unos 47 cm de altura y posee una “tapa”
de madera en la parte trasera la cual se la clava y encola al instrumento para
obtener un sonido más grave. En ella se encuentra un hueco circular llamado
ducto que es el encargado de conectar el volumen interior con el exterior del instrumento.
En cambio la placa delantera es más delgada y es en ella donde el percusionista
tocará.
Si bien básicamente el instrumento produce dos sonidos: el
grave (se logra golpeando entre el centro del cajón y la parte de arriba) y el
agudo (se obtiene al golpear la parte superior de la madera frontal, donde se
une con la madera horizontal superior); sólo los habilidosos cajoneros
descubrirán la amplia gama de sonoridades que este noble instrumento ofrece.
Los distintos percusionistas lograran sonidos únicos y propios de acuerdo a las
características de sus manos, la fuerza que le aplique, la posición en que
coloque las manos, la velocidad con que lo ejecute, etc.
El cajón ha trascendido no sólo el tiempo sino los ritmos ya
que ha estado y sigue presente en el folklore, el rock, el vals, el jazz latino
y los ya mencionados ritmos de la zamacueca y el flamenco.
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