Cultura Folk en Imágenes

La Yerba Mate


Aunque las palabras Mito y Leyenda suelen utilizarse como sinónimos es posible establecer una diferenciación entre ambas. La leyenda suele ser un relato maravilloso que algunas veces tiene su origen en un evento histórico pero suele estar enriquecido por numerosos elementos fantásticos; en cambio, el mito describe más claramente una historia que guarda estrecha relación con lo religioso.
Como todas las leyendas, la de la yerba mate, tiene diversas versiones de acuerdo al credo y la nacionalidad de quien la narre. Sin embargo todas coinciden en que es un regalo celestial en agradecimiento a la hospitalidad de los buenos hombres y un símbolo de amistad.

 La Caa Yari

 Cierto día Yasí, la luna, decidió bajar a las tierras que el poderoso dios de los guaraníes, Tupá, había recubierto con extensos bosques, ya que tenía deseos de recorrerlos y descansar bajo su sombra. 

Convenció a su amiga Arai (la nube rosa del crepúsculo) para que la acompañara y así ambas descendieron, bajo la apariencia de jóvenes doncellas, una madrugada.

 
Pasearon durante todo el día y cuando se dirigían a buscar reposo fueron interceptadas por un yaguareté. Sin darles tiempo a abandonar su forma humana el feroz animal se abalanzó sobre ellas pero fue alcanzado por las flechas mortíferas de un anciano aborigen guaraní.

Al ver la fatiga de ambas doncellas, su salvador, les ofreció hospitalariamente su choza donde vivía junto a su esposa e hija, llamada Yari. Toda la familia generosamente ofreció con gran afecto lo que humildemente poseían.

Al día siguiente las dos aventureras doncellas decidieron regresar emprendiendo su camino custodiadas por el anciano. Este les contó que desde el nacimiento de Yari se aislaron de la comunidad pues temían que alguien o algo pudiesen corromper los dones con que Tupá la había beneficiado.

Cuando Yasí y Arai ocuparon su lugar en el cielo comenzaron a pensar en un regalo para agradecer la hospitalidad y la bondad de la familia. Así fue como una noche, mientras los tres aborígenes dormían profundamente, Yasí esparció semillas que desde el cielo iluminó fuertemente mientras Arai empapaba la tierra con una suave lluvia. Al despertarse a la mañana siguiente la familia quedó maravillada pues ante su casa habían brotado unos árboles de flores blancas hasta ahora desconocidos.

Ante ellos apareció Yasí bajo la forma de doncella para contarles que ella era la diosa que habitaba en la luna y que les otorgaba como premio por su bondad esta nueva planta (la yerba mate) y que constituiría para todos los hombres un símbolo de amistad. Además les dijo que su hija, quien viviría eternamente con su inocencia y bondad, sería la dueña de esta planta. Antes de partir Yasí les enseño a tostar la yerba y a preparar y tomar mate.

El tiempo fue pasando y una vez que las almas del matrimonio abandonaron sus cuerpos, Yari desapareció también de la tierra aunque suele vérsela por los yerbatales conservando la inocencia y el candor de su alma.

Caa Yar y Caa Yari

Hubo una vez un anciano, llamado Yar, que al no tener la energía para seguir a su tribu nómada, decidió construir un refugio para vivir con su hija Yari quien se negó a abandonarlo.

Ambos continuaron viviendo en aquel entorno salvaje hasta que un día, al anochecer, apareció un extraño ser frente al primitivo refugio. A pesar de que tanto su color de piel como su vestimenta eran raros, en relación a lo que ellos estaban acostumbrados, padre e hija lo trataron con deferencia y le ofrecieron su hospitalidad y los alimentos que en su humilde morada tenían.

El visitante resultó ser un enviado de Tupá, el dios bueno, quien deseaba otorgarles un regalo permanente y mágico que les permitiría contar con los medios para atender y recibir a sus visitas así como también les ayudaría a mitigar el largo período de aislamiento.

Así hizo crecer una nueva planta en la selva y les enseño a preparar una bebida tónica y estimulante que pasaría a ser con el tiempo un símbolo de bienvenida para los huéspedes de la casa.

Nombró a la bella Yari como diosa protectora (Caa Yari) y a su anciano padre como custodio. Gracias a los cuidados y protección prodigados a las plantas, éstas se multiplicaron infinitamente.

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