Cultura Folk en Imágenes

El Hornero


Trabajador, de temperamento manso y caminador.
De andar elegante e insectívoro, es nuestra ave nacional.

El furnarius rufus (nombre científico) es un ave que se encuentra en casi todo nuestro territorio y es también conocida con los nombres de caserita, alonsito, hornerillo, albañil, por nombrar algunos. Se alimenta fundamentalmente de insectos y su plumaje predominante es de color pardo, siendo más rojizo en el dorso y blanco en la garganta. Elije una pareja para toda la vida con la que construye un nido hecho de barro y paja en forma de horno de leña (de ahí su nombre).

Una de las versiones nos relata la historia de un aborigen llamado Jahé que durante un día de caza se encontró a orillas de un río con una joven de extraordinaria belleza. Sus ojos se encontraron unos breves segundos pero fue lo suficiente para que el corazón de Jahé quedara atrapado por el hechizo del amor. Su único propósito era conquistarla más a la joven, al ser la hija del cacique, no le faltaban pretendientes por lo que los ancianos de la tribu decidieron realizar una prueba de valor para ver quién merecía contraer enlace con la muchacha.

La prueba consistía en envolver a cada uno de los pretendientes con cueros frescos de animales que al ser expuestos al sol se irían ciñendo a sus cuerpos aprisionándolos. Uno tras otro fueron abandonando la difícil prueba hasta que sólo quedaron Jahé y Aguará, en una dura contienda ya que ninguno quería rendirse a pesar que el dolor provocado por los cueros al resecarse iba en aumento. Luego de varias horas fue Aguará quien pidió que lo liberaran del tormento ya que estaba a punto de desfallecer, los asistentes a la prueba se apresuraron a socorrerlo llevándoselo con premura a su choza para asistirlo, olvidando a Jahé. Cuando los “jueces” regresaron para declararlo ganador vieron que de entre los cueros, que habían sido su prisión, salía un ave de avellanado plumaje… era Jahé que se había convertido en ave para poder escapar de semejante sufrimiento.

Al enterarse de la noticia, la joven, quien también se había enamorado de Jahé aquel día, se sumergió en una profunda tristeza permaneciendo encerrada en su choza llorando día y noche sin consuelo la pérdida de su amado. Fue entonces que Tupá Dios se compadeció de la joven y la transformó en ave para que pudiera reunirse con su amado. Así juntos pudieron reanudar su vida construyendo su hogar hecho de barro y paja en un horqueta de un árbol cercano a su aldea. Felices pasan sus días entonando a dúo su canto.

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